En la Fábrica Imbabura está la historia del pueblo anteño
El patrimonio forma parte de la identidad de un pueblo. Ya sean tradiciones, manifestaciones, edificaciones, objetos, festividades, alimentos, u otros que un colectivo humano tiene como un elemento de identidad y cohesión. El patrimonio se constituye en lo más representativo, aquello que reúne las cualidades de un determinando colectivo.
En la parroquia Andrade Marín está ubicado quizá el ícono más representativo de la historia que ha marcado al cantón Antonio Ante hasta sus días presentes: la Fábrica Textil Imbabura, hoy convertida en un complejo cultural.
Hoy, 20 de septiembre de 2021, se conmemora 20 años de la fecha en que la Fábrica Textil Imbabura fue declarada como “Bien perteneciente al Patrimonio Cultural de la Nación”, mediante acuerdo ministerial N° 4121.
Para Fernando Jara, director del Complejo Cultural, esta fecha es muy importante ya que la Fábrica Textil Imbabura fue una plataforma desde donde los anteños pudieron actuar, formar una identidad y transformarse como sociedad. “La sociedad viene transformándose desde siglos, pero aquellas que se transforman sin reconocer lo que les pertenece o que les identifica van a la deriva y ese es el problema de que no se reconozca o defienda el patrimonio”, expresó.
Para profundizar sobre la importancia que tiene este patrimonio en la identidad del cantón, Miguel Posso Yépez, historiador anteño, quien realizó un exhaustivo trabajo de investigación para plasmar la historia de la Fábrica Imbabura en las páginas de un libro, afirma que “la historia de la Fábrica, es la historia del pueblo anteño; por lo tanto lo que hoy somos viene dado sobre la base de lo que se hizo y sucedió en la Fábrica Textil Imbabura”.
Como recuento histórico, Posso explica que de 1924 a 1965 fue el ‘boom’ de la Fábrica y había alrededor de 1.000 obreros laborando; sin embargo, el cierre de la factoría dio lugar a que una gran parte de obreros se encuentren sin saber qué hacer ante la falta de empleo. “Entonces estos visionarios y emprendedores empezaron a hacer lo mejor sabían: trabajar con textiles, y empezaron a poner talleres familiares adaptados en sus propias casas”.
Al mantener vivo este patrimonio, no solo ha ganado el cantón, sino toda la provincia de Imbabura y el país. Según su Director, “este patrimonio ha permitido mantener activas las artes y la cultura en relación al turismo y a la economía. En este espacio se han desarrollado una variedad de eventos y ha sido un gran atractivo para el turismo”.
Diario EL Norte