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El museo del tren se está muriendo en silencio

Las puertas del vagón están cerradas, pocos circulan por los pasillos vecinos, y los que se atreven a pasar apresuran el paso apretando sus pertenencias. Así luce el Museo del Tren, ubicado en la estación de ferrocarriles de Ibarra, que desde mayo comenzó un proceso de cierre, por decisión del Gobierno.

Inseguridad
El espacio, dedicado a contar los momentos más preciados de aquel centenario ferrocarril, ahora es un sitio en donde más de un ciudadano se junta para ingerir licor a plena luz del día.
Botellas vacías, vasos de plástico, colillas de cigarrillo, restos de comida, son parte del paisaje urbano de una estación que se está muriendo en silencio.

Javier Domínguez, uno de los empleados que continúa en la empresa, perteneciente al Código de Trabajo, manifestó que hacen turnos para vigilar los bienes, pero que el personal no es el suficiente.

Según los vecinos del museo, en varias ocasiones, se les pide a las personas que están libando abandonar el lugar, pero a las pocas horas regresan.

La situación
José Pinargote, liquidador de la Empresa Pública Ferrocarriles del Ecuador, señaló que al momento todas las operaciones en las estaciones del país están paralizadas hasta que concluya el proceso de liquidación, que arrancó el 17 de agosto y tiene un plazo de 180 días.

El liquidador reconoce que este cierre está afectando algunos espacios de la estación en Ibarra, sin embargo esta situación no será definitiva. “En este momento el Ministerio de Turismo se encuentra en la búsqueda de un socio estratégico para una alianza público privada”.

Posibles alternativas
Mientras esto dure, una de las opciones que tiene la estación para poder reabrir sus puertas es que se entregue en “comodato precario” a alguna entidad pública pero esto no ha ocurrido. “No hemos tenido un pedido formal de parte de alguna entidad pública”, dijo.

Un comodato precario es aquel en el que, quien hace las veces de comodante, se reserva el derecho de solicitar la devolución de los bienes, en el momento que lo requiera. Hasta mientras la historia seguirá callada.

(Fuente: El Norte)